jueves, 6 de enero de 2011

RABIA

La disputa había sido acalorada, la violencia aun flotaba en el aire y Jorge lloraba arrepentido. Nunca antes había sentido un arrepentimiento tan grande. Se hacía extraño ver como un hombre tan grande derramaba lágrimas de tal manera por una cosa así. Aunque ya conocéis lo que dicen de las apariencias. El caso es que la ira le consumía. La rabia acumulada durante años necesitaba ser canalizada. Recordaba casos de hombres cercanos a él que habían acabado descontrolando su ira golpeando así a quien no lo merecía. Y Jorge temía acabar como ellos, pegándole a un amigo, o, peor aun, a una novia futura. Ese era el pensamiento que le hacía arrepentirse tanto de no haberle partido la cara a aquél capullo que les había vacilado prepotentemente. Había desaprovechado un canal de descarga de ira digno y su contador de furia acumulada había aumentado. Ahora era demasiado tarde. El capullo se encontraba ya lejos y lo único que podía hacer era derramar lágrimas, a pesar de que le avergonzaba que todo el mundo le viera así. 



*Fragmento rescatado de entre manuscritos caídos en el cajón del olvido.

1 comentario:

  1. Has escrito sobre una pasión negativa de un modo casi gráfico. Realmente así somos aunque a veces nos dé miedo hasta pensarlo y mucho más sentirlo.

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