viernes, 23 de agosto de 2013

LOS VENGA-RANGERS IV: SuperForzudo

  A Superforzudo, a pesar de sus superpoderes, también le entran apretones. Especialmente cuando bebe, cosa que sucede casi cada día. Así que deja la copa de whiskey a medias sobre la barra, con prisa y el descontrol de su fuerza, la rompe. Se hace añicos y se derrama el líquido que restaba.
-          ¿¡Otra vez!? – grita el camarero.
  Pregunta totalmente ignorada, pues la necesidad es demasiado grande. Corre al servicio, se sienta, y sale a presión un montón de mierda medio líquida. A veces cuesta creer que eso, antes  era comida. Cuando parece que ha terminado, siente una fuerte puñalada en el interior de su estómago, y le siguen unos gases súper poderosos. Tan poderosos que rajan el retrete y se parte en varios pedazos, derramando el líquido oscuro y mal oliente que contenía. Ahora lo del vaso de whiskey le parecerá una minucia al camarero. Decide que tiene que huir de ahí. Otro bar al que no puede volver a entrar. Cuando va a limpiarse, se da cuenta de que no hay papel, ni siquiera el cartón, por lo que decide limpiarse con los calzoncillos y abandonarlos allí. Se sube sus pantalones, se pone su oscuro pasamontañas y rompe los barrotes de la ventana para salir volando de allí.
  Entre la borrachera, y su vértigo natural, cuando está surcando los cielos, vomita. Alcohol, bilis y nachos con boloñesa se mezclan en su propulsada potada que cae encima de los coches aparcados en el hotel “Royal Luxe” esparcida como si fuera una lluvia ácida. Se para en una azotea para descansar. Su casa todavía está lejos. Desde lo alto del edificio ve cómo pasan un par de coches de policía por la calle, con las sirenas sonando y a toda velocidad. Aunque desea irse a casa y pillar la cama, no se lo puede permitir. El deber de súper héroe le llama. Vuela a toda prisa hacia donde se dirigen los policías y se encuentra el clásico atraco a un banco. Como, en la ficción, los atracadores de bancos todavía son los malos, decide irrumpir con su súper fuerza para detener a los ladrones.
-          Tío, el otro día estaba con una piba en la playa, y claro, no llevábamos condón y tuve que echar el merengue al mar, y lo vi largarse por el mar, sin disolverse, y empecé a pensar… ¿Y si mi semen acaba en la vagina de una ballena y nace un ser especial, medio humano medio balleno? – pregunta uno de los asaltantes.
-          No digas tonterías, eso es imposible – le contesta tajante su compañero mientras ata a uno de los rehenes con una cuerda.
-          ¿Por qué?
-          Pues porque no se puede quedar embarazada una ballena de alguien de distinta especie, ¿es que tú no fuiste al colegio o qué?
-          Sí que se puede, tu padre lo consiguió – dice seguido de una carcajada.
-          ¿Estás llamando gorda a mi madre, hijo de puta? – le responde enojado.
-          No está tan gorda para ser una ballena – y se ríe todavía más
-          ¡Callaos! – grita ahora un tercer asaltante. El típico con una cicatriz y cara de más malo que los demás, una cicatriz causa de una caída sobre un cristal en un momento ebrio, pero que da la impresión de ser un verdadero busca peleas que se enfrenta a cualquiera– Estoy intentando concentrarme en abrir esto y no hacéis más que decir gilipolleces, como no os calléis de una puta vez os meto un tiro a cada uno.
  Los asaltantes llevan veinte minutos intentando abrir la caja fuerte en ese momento, pero no saben cómo conseguirlo. De repente, como caído del cielo, bueno, literalmente caído del cielo, aparece Súperforzudo en un aterrizaje forzoso que, tras atravesar el tejado del banco, choca contra la caja fuerte haciendo saltar la tapa por los aires. Los atracadores llenan sus bolsas con billetes de los grandes. Sus caras son todo felicidad en ese momento. Escapan fácilmente gracias al agujero causado por Súperforzudo al caer. El súper héroe, aturdido, se encuentra solo ante la policía. Le apuntan con sus armas y uno de ellos dice:
-          ¡Alto o disparo!

  SúperForzudo, frustrado, sale volando a toda velocidad. Los impactos de bala en su cuerpo rebotan como si fueran balas de goma. Desearía haber ayudado, pero no lo ha conseguido. Decide irse a su casa y ver la tele en calzoncillos estirado en el sofá. Es su manera de regalarse su merecido descanso. Si es que, a veces, ser un súper héroe puede ser más complicado de lo que parece.