sábado, 14 de febrero de 2015

HORA DE LA SIESTA

Nuestras lenguas enzarzadas,
como en una pelea dos felinos,
nuestras manos entrelazadas,
nuestros espíritus unidos.
Saboreo tus sales expulsadas,
alrededor de los pezones en giro,
humedezco una concepción cicatrizada,
un poco más abajo del ombligo.
                                             Y sigo.
Sigo bajando y allí llego,
al abrirse sus piernas me invitan,
poco a poco hundo el dedo,
sintiendo el intenso sabor,
poco a poco vuelvo al beso,
con su sonrisa me anima,
poco a poco la penetro,
y con placer empieza la fricción,
                     y a continuación,
a continuación llega la repetición,
cómo el océano en calma al principio,
gradualmente se levanta el ciclón,
estruendosas olas contra el precipicio.
Tras varias olas la explosión,
de la tormenta solo queda un indicio,
es el galopar de éste, nuestro corazón,
que reduce hasta quedarnos dormidos.



1 comentario: